Por Danitza Ortiz Viveros, seremi de Gobierno de Los Lagos.
En agosto estamos celebrando el Mes de la Dirigencia Social y Comunitaria con el
despliegue de numerosos esfuerzos y recursos de las instituciones del Estado para
destacar y agasajar a las y los dirigentes con quienes trabajamos a lo largo de todo
el país para mejorar la calidad de vida de las distintas comunidades.
Concretamente, conmemoramos la publicación de la primera ley que abordó las
juntas de vecinos y otras organizaciones comunitarias, con fecha 07 de agosto de
1968.
Para nuestro Gobierno esta celebración es el momento para ratificar el
reconocimiento constante al rol de las y los dirigentes. La dirigencia, siendo en
muchas ocasiones una tarea ingrata, es sin lugar a dudas una pieza clave para el
avance de las políticas del Estado, especialmente cuando sus voces son
escuchadas. Ejemplos en el mandato del presidente Gabriel Boric Font hay varios,
sabemos que sin el rol de las organizaciones sociales hoy día no tendríamos
aumento del salario mínimo, no tendríamos la ley de pago efectivo de pensiones de
alimentos, no tendríamos la reducción de la jornada laboral a 40 horas, no
tendríamos la urgencia del Ministerio de Vivienda y Urbanismo con el Plan de
Emergencia Habitacional y no tendríamos a todos los ministerios articulandose para
generar más espacios de participación.
Este mes es también el momento apropiado para comprender de mejor forma a las
dirigencias, sus diversidades y sus complejidades, en ese sentido no podemos
desconocer algunas condiciones de nuestra región que hacen de sus funciones una
tarea desafiante, como la insularidad, las brechas digitales y los problemas de
conectividad. Esas son sólo algunas dificultades a la que se enfrentan las
dirigencias para hacer efectiva su participación y es la misma realidad a la que
debemos responder desde el Estado para facilitar espacios de participación y
vinculación.
En el mes de la Dirigencia Social y Comunitaria reafirmamos nuestro compromiso
como Gobierno para disponer de todas las herramientas y canales para hacer de la
participación y colaboración ciudadana algo concreto y beneficioso para todos y
todas, un pilar para el fortalecimiento de la democracia y no tan sólo un bonito
discurso.

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